«... Les hablaré de un presente y de un pasado. También del teatro del futuro que no existe, porque el futuro es un supuesto, pero que quisiera, a mí me gustaría, el teatro del que huyen los sinvergüenzas (porque dinero deja poco), ese que sólo gusta a unos cuantos.
Este libro va dedicado a los que estudian y a los que enseñan. A los que ya son importantes y famosos no, porque ellos saben demasiado y muchos incluso nacieron enseñados, de manera que mejor dejarlos solos con el espejo de su necedad y sobre la nube en la que asentaron su tafanario.
Algo muy de agradecer pues así lo disfrutamos sin empujones. La vocación por la escritura me llegó con años de retraso, pues si bien la literatura siempre fue prioritaria y asignatura hacedera en mis días de estudiante, nunca consideré seriamente la posibilidad de una dedicación formal. No obstante, con una osadía propia del advenedizo y, por supuesto también, con la humildad del primerizo, presento este libro. A veces, sin pretenderlo, uno se pierde en el maremagno de ideas que surgen al contacto de una tecla y, por qué no, navegando por la mar infinita de la imaginación. A mis años se me antoja difícil que pueda cambiar la naturaleza vocera por una moderación forzada.
Sí, me dediqué a una profesión donde, por encima de todo, están la libertad y la palabra, fue porque, desde mucho, era perenne la necesidad de expresarme sin mordazas. Mis opiniones son mías, escritas con independencia y sin compromisos adquiridos. Si la vida fuera perfecta sería un hastío, si el ser humano un compendio de moralidad intelectual, una lata; de manera que, hundiéndome en el caparazón de mis imperfecciones, descargo a ciencia y paciencia el desabrimiento negativo y en lugar de desquiciarme a puro grito, quito cruces al pajar.
Espero que el libro les sirva de consuelo o, cuando menos, se diviertan...».
Algo muy de agradecer pues así lo disfrutamos sin empujones. La vocación por la escritura me llegó con años de retraso, pues si bien la literatura siempre fue prioritaria y asignatura hacedera en mis días de estudiante, nunca consideré seriamente la posibilidad de una dedicación formal. No obstante, con una osadía propia del advenedizo y, por supuesto también, con la humildad del primerizo, presento este libro. A veces, sin pretenderlo, uno se pierde en el maremagno de ideas que surgen al contacto de una tecla y, por qué no, navegando por la mar infinita de la imaginación. A mis años se me antoja difícil que pueda cambiar la naturaleza vocera por una moderación forzada.
Sí, me dediqué a una profesión donde, por encima de todo, están la libertad y la palabra, fue porque, desde mucho, era perenne la necesidad de expresarme sin mordazas. Mis opiniones son mías, escritas con independencia y sin compromisos adquiridos. Si la vida fuera perfecta sería un hastío, si el ser humano un compendio de moralidad intelectual, una lata; de manera que, hundiéndome en el caparazón de mis imperfecciones, descargo a ciencia y paciencia el desabrimiento negativo y en lugar de desquiciarme a puro grito, quito cruces al pajar.
Espero que el libro les sirva de consuelo o, cuando menos, se diviertan...».