Una guerra apila en filas víctimas de ambos bandos, el ganador de la contienda continuará aumentando el número de ellas con una purga posguerra, se trata de una limpieza ideológica que ha de sumarse a los caídos en combate. Rápidamente, tras la victoria, proceden a una escalada de crímenes que desciende con el paso de los años hasta que el nuevo régimen se asienta y solidifica. A esas cifras han de añadirse aquellas, también víctimas, a las que se les despoja la dignidad y han de vivir bajo la vejación del más fuerte..., y su recuerdo.
Un claro ejemplo es la confesión del General Gonzalo Queipo de Llano, que no se cortó un pelo. Escuchen y juzguen por Ud. mismos.
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Extraído del libro EL BECARIO DE SATÁN:
[...]
S —Bien, bien. En toda Andalucía se produjeron constantes e innumerables quebrantos a la población ocasionados por tus tropas. En la Sevilla invadida, la represión se ejerció con dureza y hubo reiteradas violaciones.
—Se exagera mucho.
S —¿Te parece que exagero?
—Sí.
S —¿Es cierto que hiciste un discurso radiofónico en 1936, en Unión Radio Sevilla, en el que justificaste los abusos deshonestos de tus hombres como alabada recompensa, y que el espectáculo carecía de tu interés al tratarse de «rojillas»?
—Mis leales debían desahogarse del estrés. ¿Qué otra hembra es idónea, que la del enemigo para sofocar el calor de la victoria? No sé por qué ha de suponerme un problema la realidad:
«Nuestros valientes Legionarios y Regulares han demostrado a rojos cobardes lo que significa ser hombre de verdad. Y de paso a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora, por lo menos, sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen o pataleen…». U.R.S.
S —¿El chisme LMPDPC-UM te es familiar?
—No, resuena a ametralladora.
S —Bien. Te va a encantar.
[...]
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