domingo, 22 de julio de 2018

No todo el mundo puede ser un Dictador




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Francisco Franco Bahamonde

NO TODO EL MUNDO PUEDE SER UN DICTADOR

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Detestable amigo del franquismo:

Para ganarse el aplauso de dictador no es necesario un relato que le respalde, sus hechos lo califican como tal. El Master a Dictador va acompañado de una experiencia de totalitarismo, de un currículum de víctimas y, por supuesto, de algún que otro acto benévolo que lo consagre como un Caudillo angelical dispuesto a enseñar el buen camino «amén» a cualquier precio. Hay que ser muy mala persona para ser dictador, este es un aspecto importantísimo.

Francisco Franco Bahamonde acabó finado en su cama con un historial impecable que difícilmente otro podrá superar para el puesto de tirano que dejo vacante. Un dictador no trae nada bueno, ni seguridad social, ni paradores, ni presas; estas bondades están manchadas de sangre, es la moneda del miserable que por una cara surge en relieve el infierno y por la otra la hipocresía del régimen que establece y la de sus seguidores.

En definitiva, las bondades son una cortina de humo para ocultar el látigo del autócrata. No es necesario que se escriban sus virtudes para la historia, ni que se debata sobre ellas si estás viviendo en «el matrix» del caudillo. Sus propios actos de experto acreditan su oficio.

Hacer «apología de la dictadura» es dar apoyo al fusilamiento de inocentes y aceptar el crimen como método educativo. Un dictador es el protector de los psicópatas armados, y punto. Sus acciones son las que proclaman lo que representa para la población. Ninguna de sus gestas por buenas que parezcan justifica sus crímenes...

¿Alguien piensa que uno puede ser dictador sin tener una ingente cantidad de almas inocentes a sus espaldas? Al número de afectados por el dictador hay que sumar las del bando contrario y los que encontraron la muerte al luchar en una guerra que no era la suya porque les prometieron socorrer el país de dónde huyeron.

Las órdenes de fusilamiento de los demócratas y las bajas ocasionadas en su defensa, hay que añadirlas a las del franquismo. Él, y únicamente él, es el responsable de todo el daño que supone oficiar una guerra entre hermanos.
Te quedas corto con la cifra de difuntos del franquismo, fue una administración inclemente y que duró 40 años, no hubo sosiego ni paz, fue enterrado justo en el momento que podría haber secundado otra guerra civil. ¡Gracias a Dios!

Olvidas los acuerdos del generalísimo con la Guardia Civil y Falange, cuerpos militares que Franco estuvo dispuesto a disolver, a menos que estos hiciesen el trabajo sucio. Los primeros limpiaron montes y campos. Los otros, pueblos y ciudades. Actuaron libremente como jueces y verdugos. No todas las víctimas están contabilizadas, fácilmente llegaron a las 300.000 entre bandos, incluidas las del periodo de paz que podrían sumas las 50.000.

¡Claro, ahora estarás dispuesto a discutirlo con justificaciones de aquí y de haya! No es necesario que acudas al pasado para entablar una discusión sobre el bien y el mal; él fue el mal, porque fue el cabecilla principal de un hecho innegable.

Como sabrás por películas como las de Berlanga, de documentales, poetas y alcaldes de los pueblos de Jaén, Córdoba, etc. existía el acuerdo de limpiar de maquis el monte. Cuando eran detectados en grupo se les combatía o eran, in situ, ejecutados. Empero, si arrestaban a un buscado «comunista» o guerrillero, este era acompañado al cuartelillo para confirmar su identidad, hechos están relacionados con el cuerpo de la G.C.

Al asegurarse de quién era el individuo lo acompañaban al campo para su liberalización y le permitían huir, como un cazador deja correr al conejo. En su huida recibía a gritos la orden de «¡Alto!», un aviso seguido de un disparo. Tanto si continuaba con su carrera como si se detenía, podía darse por muerto si el que disparaba era un buen tirador.

Fallar el tiro no importaba mucho porque más tarde o temprano recibiría nuevamente el «¡Alto!». «Cazar a la fuga» fue la forma que tenían de ejecutar a un prisionero sin la necesidad de ser juzgado. Estas almas no están contabilizadas, ya que se trataba de un ejercicio práctico de ajusticiamiento.

La Falange se encargó de los fusilamientos, aunque estos sí están recogidos en sentencias sumarísimas, los tiros en la nuca a un «rojo» en plena calle, no eran inscritos. Solían hacerlo impunemente a la luz del día si era necesario, tampoco se contaron los asesinatos en sótanos de tortura repartidos en todo el territorio nacional. A lo mejor piensas que durante esos 40 años, los grises y fachas se dedicaron expresamente a jugar al tute.

Hay que tener agallas para ser un dictador, no es fácil. Deberíamos; multar, marginar, arrinconar, derrotar, derrocar, etc. a cualquiera que guarde el rastro de un dictador o intente imitarlo. Defender un movimiento totalitario, como fue el de Franco, no es de una persona que goce de una sana salud espiritual y mental.

Prefiero vivir pobre en democracia que ser un privilegiado en una dictadura.



El doble del Diablo - Dvd de Ocasión - El Dictador

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